martes, 16 de septiembre de 2025

Morir en voz baja.

Era el silencio de tu ausencia lo que veía en la pantalla, hasta que una frase, casi al azar, me tocó el alma. Como un rescoldo olvidado y rebelde, encendió en mí la necesidad de buscar más, de llenar ese vacío con hambre de letras:

"Me suicidé de la forma más hermosa. ¿Cómo? Me enamoré de alguien a quien no puedo tener…"

No fue con cuchillo ni con palabras gruesas,
sino con pequeños actos cotidianos:
una taza de café que no compartimos,
un silencio que aprendió mi nombre,
los domingos que guardé en un bolsillo roto.

Me acosté a esperar cosas que no vinieron,
me levanté aprendiendo a extrañar en voz baja;
fui paciente como quien cultiva un desierto,
fui generoso hasta la ruina con los recuerdos.

Tal vez llamarlo muerte sea exageración;
prefiero decir que me hice pequeño,
que me inventé una ausencia y la cuidé,
y que aunque nada me falte en lo externo,
dentro hay vacío de los besos que soñé.