miércoles, 17 de diciembre de 2014

Injuria Esperanza

Así te encontré en lo vacuo
dentro de mi cuerpo errabundo, calcinado,
sombra de un ser de pensamiento confuso,
perdido era en un mundo abandonado.

Aquí, juntos, desperdiciábamos sobre la tierra
los momentos ocultos a todas las estelas,
eramos desperdicio uno del otro,
un sueño que se apagaba con los años.

Yo solo anhelaba sentir mi corazón a tu lado,
solo esperaba caminar y mirar tus ojos rojizos
recordando el llanto fúrico, ahora apagado,
mi mirada grisácea en el yugo del cansancio.

Si, sentir tus pasos y esa sonrisa poseída
por la tierna belicosidad de tus brazos,
todo lo que quería era
y en ese mismo instante de sopor fecundo
se escapó el sueño dentro del arcano.

Y me deseé deshaciéndome de ti,
de lo que habías dejado en el olvido,
de tus ojos, de tu ser, de mi llanto.

Arranque entonces de la piel
cada uno de los poros que lo habían sentido
 para dejar secos consigo el sentirme alejado.

Mis ojos fueron cegados con otros,
miradas funestas que atravesaban
mi andar, mis pasos titubeantes, atrasados.

Devoré dentro de mis entrañas
el suave aroma del calor viviente,
dejé en los restos un frío nostálgico.

Rompí los huesos que ataban mi corazón,
lo deje escapar sin rumbo fijo
y no volví a mirar atrás.

Y desangrando los momentos vividos,
ahogados en un mar de sinsentidos,
ya no pensé en ti, ni en tus brazos.

Pero el llanto nunca cedió 
y los recuerdos fastuosos volvieron a herir
la nada que había en mis años,
los sueños que eran pasado,
no pude olvidarte ni cerca del fin.

Y entonces, soledad mía, 
¿por qué, si tanto te quise, 
si tanto te he amado,
por qué esperas mi muerte
para que yo me encuentre a tu lado?
No lo entiendo, 
no hay injuria esperanza para mis labios.

Y sin embargo aquí te espero
con ansia y crueldad demorada,
te espero, con solemne canto 
dentro de una larga noche 
en la que nunca llegará la madrugada.