Amanece y tu no estas aquí,
mis manos aun aletargadas
buscan infructuosamente tu cuerpo
y pese a que sé que no lo hallaran,
mi alma aun tiene la
vana esperanza de aquí sea.
Poco a poco mis húmedos ojos se abren,
reciben tímidamente los primeros rayos del alba,
mi cama vacía esta y la habitación parece cada vez más grande…
prefiero cerrarlos de nuevo.
El sueño se apodera de mí nuevamente
y una sonrisa se dibuja en la oscuridad,
reminiscencias de una alegría desmedida la provocan,
no quiero despertar…
El teléfono suena, me despierta,
me devuelve a la soledad,
preferiría no levantarme, no tengo opción,
un nuevo día acaba de empezar…