jueves, 21 de marzo de 2013

Aquella Mujer


No comprendo por qué sigues aquí,
es inconcebible, esta fuera de toda razón,
si solo eres una persona, una mujer,
así, de carne y de sangre,
libre, profunda, de buen entender.

No hallo en esos lunares, en esos ojos,
el artilugio que vuelve insomne
todos los días, todas la noches,
que hace viajar en las flores
y del amor tu pintura sin retoques.

Mis labios no encuentran el encanto
pero los palpitares llevan el ritmo,
el inasible canto de tus pasos
y un tintineo de aquellos años,
por aquí, por allá, por todos lados.

Me vuelvo un loco y sigo sintiéndote,
solo eres carne y sangre,
sonrisa entrañable de piel suave,
mujer de fortaleza y coraje,
como solo ella puede ser.

Y sigo sin comprender por qué insistir 
quedarte cerca de estos versos
si hay nada dentro de mis restos.

Qué hace aquella mujer aquí
si todo lo que soy, 
lo que vivo, lo que muero,
lo que siento, lo que quiero,
le siguen hasta el fin.

martes, 19 de marzo de 2013

Perpetuo


Hoy miro al cielo dentro de un atardecer
y entre el haz de luz y las nubes al recaer
revive la tormenta dentro de nuestro existir,
¡No, esa imagen no es cierta!, no lo es.

¡Mentiste!, ¡si fue un juego como aquel!
Ahí mis emociones se quedaron sin querer,
si fueron ciertas todas ellas, todo eso fue,
y comenzó a llenarse un cántaro de hiel.

En vacuidad y también en somnoliento rocío
todavía arde nocturno un momento perdido,
uno agónico, incomparable e intempestivo,
me destruye en la soledad del estío.

Existimos, aún si negaras todo lo vivido
y buscándote en el silencio, no como alivio,
dentro del filo de mis erráticas letras eres
a quién siguen siempre mis sentidos.

¿Hay algo más que llegase con el tiempo?
Tal vez de nuevo regreses con todo ello,
con el origen de todo lo que hemos pasado,
con mis lágrimas de únicos sentimientos.

Y el frío resulta tener un poco de tu recuerdo,
y ahora parece ser ese viento de invierno
el que me cobija de esta contrariedad,
soy, por y para ti, de furor y hielo perpetuo.

domingo, 10 de marzo de 2013

109.-Tú perfume

La pluma en la mano
la mente sin ideas buenas,
tu perfume en el rellano,
mi vida llena de penas.

Yo queriendo admitir
que solo quiero sentir
de tus brazos su presión,
aquí sentado en el sillón.

Que me rodeen y sujeten
que me cubran y abrazen
para sentir su calor
para respirar tú olor.

Aquí extrañándote mil,
esta carta sin acabar
sin poder dejar de pensar
en tu cuerpo femenil.