X
La Muerte
Mírame, soy yo, tuyo por siempre,
tuyo desde que te conocí,
tuyo hasta mi muerte.
Siénteme, en verdad estoy aquí,
por tu llamado presente
nos vemos al fin.
No te sorprendas por la visita,
no pienso quedarme lejos
de ti, de tu brisa.
Escucho un lejano eco llamarme,
dentro de él tu voz avisa
una guerra inefable.
Ahora te odio porque no entiendo,
no se cómo llegar a sentirte,
no se cómo poder explicarte
que muero por no comprenderte
y lloro por no saber amarte.
Al tiempo eres noche templada
para mis pobres ojos enmohecidos;
en los sueños de polvos divididos
presentimiento de alma para mi forjada.
Pronto abriré sobre ti mi existencia
para verter todo lo que no miras,
para que sientas que no olvidas
que quererte no es penitencia.