domingo, 19 de julio de 2020

En un pequeño cuarto...

Camarada, fue hace mucho tiempo, pero aún recuerdo,
éramos jóvenes, extraños que se convirtieron en hermanos,
noches en vela encerrados en escasos metros cuadrados.

Singularidad entre los cauces del mundo, del universo,
un rincón escondido, un oasis dentro de este caos urbano,
amaneceres ocultos entre las calles que vieron nuestros pasos.

Ahí forjamos nuestras reuniones con furor y fuego fatuo,
con el humo de cientos de cigarrillos encendidos en las manos,
las cuerdas de las guitarras que tantas pasiones expresaron.

Pasaban nuestros corazones por millones de sentimientos,
alegrías que compartíamos entre las botellas y el canto,
las risas, las bromas, las palabras que al corazón llenaron.

Había tormentas que en la existencia nos torturaban,
pero siempre se contaba con los consejos, los abrazos,
las risas, las bromas, las palabras que al corazón sanaron.

Teníamos un refugio para las almas que son extrañas,
podíamos ser solo tres, a veces eran cientos de tragos,
era para todos los que lo vivimos un lugar mágico.

Qué buenos momentos vivimos, amigos míos,
más no somos tan jóvenes, el tiempo ha pasado,
pero ya dejamos de ser, por siempre, extraños,
seremos hojas que caerán del mismo árbol.

La existencia nos ha llevado lejos de todo eso,
ya no hay canciones en aquel pequeño cuarto,
ya no estamos ahí, riendo, viviendo, cantando,
podríamos pensar que todo se ha acabado.

Pero amigo, las vibraciones resuenan siempre,
lo que nació sutilmente en ese pequeño espacio
ahora viaja con nosotros, en nuestras manos,
cantaremos de nuevo, reiremos como antaño,
hermano, todo eso yo también lo extraño…

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