jueves, 21 de mayo de 2015

Ideal

No, no te deseo,
me gusta como te sientes, como lo recuerdo,
como se hiere en el corazón atravesado,
el sabor eufórico, embriagante,
de la agonía que suscribe al todo acabado.

No, no eres tú, 
es el aroma cobrizo que sumerges en mi rostro,
por solo revivirlo, por tener la suerte de esos ojos
que parecen abrir las cicatrices del llanto.

Eres ese pensamiento, nauseabundo, somnoliento,
agotando el cauce en un valle quebradizo, reseco,
tanta espera sirvió para fundirse en el silencio,
afable conjugación junto al veneno de antaño.

Lo grité, lo escribí en las paredes,
lo rasgué en la piel con la braza de tus labios,
más sigue siendo la ausencia con su andar ofidio
que penumbra los días y las noches,
que aclama el final del cansancio.

Y ahora te espero, siempre te he esperado,
aún sin saberlo eras en mí alegría,
parte omnisciente dentro del pasado,
parte del mundo cuando termine todo esto,
futuro presente dentro del ocaso.

Eterna serás en el destino,
para lo que es mi vida eres un suspiro,
cuando llegue el fin serás el adagio,
serás siempre lo que me defina,
serás siempre lo que me deje presente
que la vida estuvo contigo
con cada uno de tus pasos.

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