domingo, 13 de marzo de 2011

Una orgullosa

Una orgullosa vive en la casa vecina...
No come, no duerme, no hace nada bien...
le da miedo tocar el arpa frente a todos, pero ama los aplausos,
odia a los hombres, pero se la pasa enamorada de ellos...
Jura olvidar y se tiñe vermeja su cara al recordar su insentatez,
se arrepiente de haber dicho sí, de haber dicho no;
Le pisotea el amor propio el amor que ofreció a un hombre y que ingrato rechazó,
le pisoteó el alma el silencio cobarde de otros mil...
Hoy se mira arapienta de recuerdos, de rencor, y pisando alto, se siente inútil...
Su altanería justificada es su peor enemiga, pero sin ella no vive, porque habló demasiado de grandeza para terminar siendo nada, y ahora pretende ser un poco más que nada... para no ser burla de nadie, no dejar en palabras nada más sus promesas de inmortalidad, de grandeza, de fortuna, de talento, de elocuencia...
Ha venido a mí, me visitó mientras memiraba en un espejo...y me gritó:
-¡Mátame! ya no quiero vivir, sueltame a mi suerte...

Tapé el espejo, y volví a portar esa máscara, divulgando vanidosa que no amo a nadie, mientras mis suspiros se acumulan en la casa vecina, con la engreída encarcelada, estrangulada por los pensamientos sin decir, por los amores rechazados, las promesas olvidadas...

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