Necesito un café
completamente amargo,
más amargo que la
tarde lluviosa en la que nos alejamos.
Necesito sacarme
este sabor de los labios
que hace que
sangre mi alma por solo poder tenerte en el pasado.
Necesito que no
duelas, que no te tenga presente al voltear a la vereda
porque me haces
sentir con tu acostumbrada indiferencia
el muro más gris
en el camino de tus primaveras.
Ahora me hace
falta no tenerte tan dentro,
el frío del
invierno se siente en cada momento que te recuerdo,
cuando imagino que
ahora estás muy lejos
sin pensar un
suspiro por lo que yo he dejado en el tiempo.
¿Quién me invita
un café?
De esos
completamente amargos,
a ver si se me
endulza el día,
a ver si se me endulza la melancolía,
a ver si se me endulza la melancolía,
a ver si me
endulza la agonía
de morir en cada
uno de sus pasos.
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