El miedo que llena mi vacía alma,
con la oscuridad del interminable
pasar de los días ya contados.
La terrorífica belleza de la noche
que cubre mi desnuda espalda,
mojándose con la seca tormenta
proveniente de mi pecho,
que inagotable se presenta
previniendo mi descanso,
dejándome dormir sin obtenerlo.
Porque es en estas horas cuando
los fantasmas cobran vida,
susurrando palabras que inquietan
mi alguna vez imperturbable mente.
Reviviendo pesadillas en mis sueños,
sin encontrar almohada alguna
donde reposar una cabeza agotada.
Así, día tras día, se presentan ante mi.
Esperando el momento adecuado.
Para llegar a través de las ventanas.
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