jueves, 30 de septiembre de 2010

Nostalgia

III

Mi abuelo falleció hacía un par de semanas, dejó los padecimientos de una enfermedad crónica que carcomía su ánimo. Mis padres habían dejado la casa y se mudaron no muy lejos.

Después del luto y las ceremonias apropiadas le expresé a mi madre el deseo de regresar. Ella, todavía triste, me dio la llave y me dijo con una voz entrecortada que tuviese cuidado, que los fantasmas del pasado pueden herir más de lo que uno imagina, parecía saber de mi adeudo a aquel lugar, la palabra que con paciencia había guardado.

Habían pasado algunos minutos desde que entre a mi habitación, estaba cansado más del alma que del cuerpo, mi memoria me reclamaba lo que quedé a deber.

No tanto por deseo sino por capricho mío el cuarto no había sido habitado, se lo pedí a mi padre antes de irme. Encontré dentro del ropero los papeles amontonados que había dejado sobre un escritorio. Entre ese océano de ideas de adolescencia se hallaba un pequeño estuche de metal, que al principio guardara un juego de geometría para los deberes del colegio. Por el cuerpo resonaron las palabras de mi madre… los fantasmas.

Con las manos temblorosas abrí el estuche y ahí estaban, llenas de vivos colores, de palabras y canciones infantiles. Estaba la flor que un día corté, de un azul profundo, parecía que en ella estaba dibujado el horizonte y una pequeña línea dividía la imagen del mar y la de los cielos. Alrededor de la flor jugaban algunas canicas que trasparentaban las horas que felizmente invertí, giraban alrededor de la flor, de los mares, de los cielos. Hallábase también un poema que nunca fue entregado a la niña de bella mirada, dentro de aquel papel uno de sus rizos negros, un recuerdo de su persona y de un juego de amor que me dio mil alegrías antes de partir.

Era un pequeño cofrecillo con los anhelos de un niño, un niño que se esfumó con el pasar de las noches en vela, con el pasar del rigor del mundo.

Me dirigí a la ventana en busca de aquellos momentos. Las calles de frío pavimento habían desechado mis guijarros y los juegos con mi hermano, la sociedad mató lentamente las flores que abundaban en el parque, el tiempo hechizó los juegos para que no volvieran a ser disfrutados, el cariño de aquella joven se había cansado por la distancia y se marchitó junto con cada una de mis cartas.

No podía respirar, un nudo en la garganta me hacía sentir tan impotente en aquel lugar. Sin poder contenerlas, mis lágrimas recorrían amargamente mi rostro, el llanto no cesaba, parecía que iba a morir en el reflejo del cristal, me volví un loco, no hallaba los recuerdos que prometí recobrar, no hallaba lugar en el mundo donde descansar, había perdido mis sueños y mis alegrías, había perdido la felicidad y la esperanza.

Tomé la llave y salí huyendo, estaba exhausto, pero no podía quedarme otro minuto. Cerré la puerta y corrí rápidamente hacia la estación del autobús. El aire lleno de indiferencia hacía suspirar a los arboles caídos, recorrí las calles repletas de asfalto, empujando a todos los que aparecían a mi alrededor, llegué a sentir en sus miradas un poco de compasión. Pase junto al jardín abandonado, y escuche una voz a través del tiempo, eran risas y gritos de emoción, era alegría de una tarde olvidada. Los fantasmas habían logrado asesinar mi espíritu y mi alma.

Abordé con prisa el transporte, no sin antes voltear la mirada y con los ojos cristalinos lanzar un lamento por todo lo que se había perdido.

Ahora me inundo en un limbo, lo que alguna vez dio paz a mi corazón ahora estaba sepultado bajo el concreto, mis manos están vacías.

En algún lugar lejano, donde un niño nació y después vio morir en sus brazos los más hermosos momentos, yace dentro de una pequeña caja de metal, una flor, un juego y un poema… la esperanza, la alegría y el amor…

Fin de Nostalgia

1 comentario:

  1. A veces nos aferramos al tiempo, y la verdad es que lo unico que prevalece de nosotros mientras vivmos es el recuerdo...y como el recuerdo es el encuentro del pasado en el presente, a veces es muy dificil encontrar lo que dejamos tal como lo dejamos...todo cambia, a veces para bien, a veces para mal...

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