lunes, 12 de abril de 2010

Comparaciones

Surge dentro de mi pecho una sensación,
comienza a devorar el cálido aliento,
busca en los adentros ese solido horror,
los orígenes de aquellos hermosos momentos.

Ya no me busques, estoy muy fatigado,
el dulce aroma de la brisa me amarga,
el silbido de los arboles me tortura,
su canto es de muchísima pena
por mí, por los desérticos quehaceres.

No te alejes de mí, te lo suplico,
no quiero volver a sentirme sin sentido,
olvidar los juegos y lo que de ellos deriva,
prefiero regresar al infierno
y no agonizar con los ojos vacíos.

Piérdeme en el oblicuo tren de los muertos,
necesito controlar mis arenas,
que los arroyos ya no avancen con furia
en esta demencia provocada por la aurora.

Siénteme cerca por más de un ápice,
prohíbe el abandono y el sufrimiento,
acopla el suspiro y el silencio,
vuelve en mí para convencerlo.

Se sosiega la falta habitante en tu centro,
apaciguados todos los mares encuentras,
corres lentamente a la entrada
para iniciar la marcha cautiva y solemne.

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