Niño, ven acá y deja que tus ojos me cuenten las tristezas y alegrías de tu alma.
Muéstrame en tus manos las marcas de los juegos y en tus rodillas los tropiezos que en tu falta de experiencia te han acompañado en tu corta vida.
Deja, niño, que te lave y te cuide. Para eso estoy aquí.
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