Siento pena, querido hermano,
algo hiere en la conciencia
por verter en ti mi muerte.
Discúlpame, no quería hacerte daño,
lo hice sin la intención
pero resultó un fracaso,
y es que salieron contrarias
frente a la pena las palabras
confundiéndose en el desierto.
Deja vaciar este cántaro
en tus resecos labios,
bebe mi agua y sosiégate
yo ya no le necesito.
Toma mi corazón, úsalo,
confío en todos tus sueños,
en nuestros polvorientos sueños.
Limpia mi frente antes de morir,
tus lágrimas y las mías del rostro,
tu rojiza sangre de mis manos
y recuesta en tus brazos mi partir.
No sientas dolor, a mi me corresponde,
todo este horror lo llevaré yo
mientras miramos perderse la roca
en el profundo azul de este manantial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario