lunes, 24 de enero de 2011

Anatomía De Una Sensación

Era la silueta de aquella mujer
un dolor cautivo en el pecho,
con sus ojos prendidos en los mios
mientras la guitarra se escuchaba sonar,
inquisidora con solo un gesto
y afable como nunca conocí.

Llevaba en el color de su rostro
compresión del mundo de los adentros,
serenidad y calma en sus labios,
tremebunda tormenta en su aliento.

No tuve mayor opción al conocerla
que quedarme estoico en el momento,
ahogado en el acto con su silencio
y sediento del aroma de su voz.

En un sueño tomé sus azules manos,
en la tierra sus brazos con mi cuello,
estampa emotiva en el desdén de la vida
y una ligera brisa de esperanzas
en el acaecer del tiempo.

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