martes, 25 de enero de 2011

Cenizas

Al cerrar los ojos sentí mi alma,
en su etérea piel palpé ígneas llagas,
cicatrices incurables de otros tiempos.

Yacían sobre ella el coraje muerto,
la esperanza en un olvidado pueblo,
sellados por los dioses globalizados
pena tras pena de los hombres uniformes.

Venía y se alejaba la aparición,
se hundía y elevaba sin sosiego,
con las venas abiertas del cuerpo
el vuelo me reclamaba realzar.

Me infundió temores inconcebibles,
su dolor compartido en el cielo,
titubeo del espíritu entendí
al notar que no podía con el desvelo.

Abrir la imaginación esperaba,
detener la agonía como raudo evento,
pero el ánimo decaído no pudo
se esparció en cenizos pensamientos.

Alma muerta encontró sepulcro
en aquellos últimos versos.

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