martes, 11 de enero de 2011

Atrapado

Sigo sin creer en la suerte
pero es claro que algo de ella en mi ha cambiado,
la rutina sigue siendo la misma
al ver en el añejo mundo que otra barca ha zarpado
con un sinnúmero de esperanzas
brotando en el asfalto.

El final de un tiempo, un trastorno,
de una vida que pronto del corazón se aleja,
un viejo sueño que al amanecer me deja
una habitación sin su presencia
y un viejo veliz tristemente cerrado
con el broche de los recuerdos.
Ahí se encuentra el elixir,
la cruz que orienta y una pena clavada con un cardón.

¿Entonces qué debo desaparecer en el alma
para sortear esas inconveniencias en la tumba?
¿Cómo debo consumir la vida
para poder desquebrajarle
si es algo que no terminará nunca
al aparecer de nuevo el alba?

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