no me dejaban ver mi alrededor,
dando pies a dudas infundadas,
solo hacían nacer temores.
Pero unas palabras de su boca,
y el sol volvió a salir,
el cielo se despejo
y la pude a mi lado sentir.
Su mirada tranquila,
paró la tormenta,
y las olas del mar
embravecido se pararon.
Ahora puedo navegar
de vuelta a su lado,
para con ella estar,
para de ella llenar
mi ahora tranquilo corazón.
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