martes, 22 de junio de 2010

El Desierto De La Noche

La noche llegó idílica para lo que en el corazón nacía,
una fría sensación que ilegal entra por la ventana
y a la distancia una canción hace mucho tiempo escuchada,
las ideas que a la media luna embrujadas se dirigían
a una esperanza bien añejada.

En las manos se conformaron vibraciones del alma,
con una voz incompatible tratas de expresar
un sueño, un anhelo o un amor fortuito,
un pequeño trozo de lo que llena la calma.

Estaban concentradas las palabras de los amigos,
los regaños bien merecidos, sus suaves besos,
las miradas de todas las personas que extrañas,
los papeles revueltos con los amargos escritos,
es una noche para el recuerdo.

Descubres de la cobija el ahora tranquilo rostro
abriendo los ojos al compás del final de la melodía,
hallas tu recamara descuidada y vacía, como siempre,
las campanas anunciando el paso de los escombros.

A las miradas ajenas esto es un desierto inhabitable
pero tú bien sabes lo que importa en las arenas,
un mundo en el que por las dunas viajas libre
y en cada uno de los granos un recuerdo envidiable.

Y te sonríes por no encontrarte solo en el polvo,
por tener a la mano las palabras de alivio
y a la lejanía, en la silueta del rojizo horizonte,
el deseo de querer vivir el tiempo y el olvido.

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