Caemos delicadamente de la rama del árbol,
frágiles y secos ondeando ante él,
cualquiera podría romper uno de sus brazos
y después, con un mirar paciente,
hundirnos entre los juncos abandonados.
Edificio viejo y desamparado
que sostienes las hojas que se secan y perecen.
El árbol mundo deja partir su follaje
sin tener esperanza alguna,
no volverá a verlo posado sobre sus manos.
Y así los hombres perecemos sobre la tierra,
para que con nuestros huesos y sangre
motivemos el crecer de un nuevo brote.
un nuevo brote de humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario