viernes, 6 de enero de 2012

El Olvido

Ahora ya no te recuerdo claramente,
no veo en las noches tus palabras,
no siento en las vacilantes calles
la inconfundible silueta de tus brazos.

¿De qué sirve entonces tu mirada?
Acaso he perdido ya la experiencia
de compartir contigo los atardeceres,
de esperar con ansia tu compañía.

Hay instantes tan obscuros en la noche
en la que se escucha la sombra de tus pasos
con esa misma fina melodía atónita
de las luciérnagas atrapadas en los faroles.

Volteo y busco tras ese esclavo murmullo,
pero solo se observan mis huellas labradas
en cada uno de los trozos del gigante
que adornan estas viejas líneas de ferrocarril.

Nuestra historia siempre hacia lo eterno,
cada uno, insondablemente, al lado del otro,
con el futuro vertiendo la sospecha
que ya no estaremos juntos en vida
y es que los muertos solo están unidos
en el luto, en la soledad, en el reposo.

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