miércoles, 11 de enero de 2012

Para Los Muertos Sin Tumba


¿Qué esperan los muertos?
¿Aguardarán el perdón eterno
por haber obstinado una vida
en contra del universo?

Esperarán acaso el momento
en que todos los carroñeros,
los que habían hundido sus garras
en sus cuerpos helados e inertes,
sacrifiquen su piel y sus huesos
para con ellos reconstruir
la carne, la sangre, el alma,
que alguna vez conformó sus cuerpos.

Tendrán la opaca esperanza
de calmar el frío que ya no se siente,
de ahogar el dolor que ya no hiere,
de contrarrestar el hedor constante
de solo estar pensando en las sombras,
en el lugar que la tierra los ha enterrado.

Buscarán, en su inmutabilidad, soñar,
conmemorarse, aunque sea un instante,
en el amanecer, en las flores,
que adornaron su hogar eterno
el día de su partida.

¿Qué esperarán nuestros muertos?
¿El momento de ya no volver a abrazarnos,
de enterarse que perdimos, también,
en el juego de la existencia?

¿Qué esperarán los muertos,
todos esos que vemos andar en las calles
sonriendo, huyendo sin lágrimas,
escapando de encontrar algo nuevo,
anulando sus palpitares futuros
con los monstruos del pasado?

¡Sí, de todos ellos!, ¿qué será
cuando se hallen en el paraíso sin luz
y descubran que estuvieron en este mundo?

1 comentario:

  1. una contante duda, adjuntada a una serie de cuestionamientos, que al final no obtienen mas que un zordida ausencia de respuestas, y ello no es ajeno ya que no tiene el fin de inducir al lector una parafernalia epifanía, mas bien una verdad innegable. ­ ­

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