II
Alcanzo a distinguir un mechón de cabello, largo,
ligeramente enroscado. ¿Un rizo?, algo está mal aquí. No era
ilusión, su cabello corto y lacio es claro en la imagen mental que
conservo de ella, ¿un vistazo de reojo me ha engañado?
-¿Qué tanto piensas en mí?
-Es claro que bastante. Mucho más de lo que tú
piensas en mí.
-Sabes que yo ya no puedo hacerlo.
-Lo siento.
Al fin miro su sonrisa, pero no puedo mirar otra
parte de su ser.
-¿Sabes por qué estoy ahora?
-Nunca te fuiste, solo no regresaste.
-Déjate de eso por favor.
-¿Te ofendí?
-No.
-¿Entonces?
-Lastima.
-Disculpa.
-No a mí, a ti.
Una lágrima inasible,
invisible, surge en el aire, perfume de un sentimiento.
-Quiero verte bien.
-¡Vuelve!
-Imposible, pero hay otras maneras.
-Solo una, no la mejor pero si la más eficaz.
-Mírame.
No es su rostro, no es su cabello, no es su cuerpo,
solo conserva su sonrisa y sus ojos.
-No eres quien recuerdo.
-Tú tampoco.
-Yo soy un recuerdo solamente.
-En mis pensamientos eres más.
-Eso es claro, pero al final de todo soy pensamiento.
-Mi pensamiento.
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