El tren se escuchaba con estruendo
a la excursión en las montañas.
Yo no les conocía,
ni ellas a mí,
pero un pensamiento mágico
recorría mi hambriento espíritu.
En el viaje conocí el canto de las aves
y el suspirar del viento,
noté que todo se originaba aquí.
La música dejo de ser novedosa
y el camino a lo natural emprendí.
Sentí todo lleno de ritmos armoniosos,
como si los animales cantasen
al ritmo del aire y de los arboles.
El aullido de la tecnología declinó
y encontré un lugar en el mundo
donde convertir los silencios en arte,
para vivir la naturaleza a plenitud.
Deje de ser uno más de las sociedades
y en metamorfosis me convertí
en parte de la tierra.
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